jueves, 28 de abril de 2011

El corazón tiene piernas que no ves.

No hay nada. Silencio. Miedo. Oscuridad. Y se echa a llorar con rabia. Llora porque no siente lo que le gustaría sentir. Llora porque a veces no hay culpa y no quisieras hacer sufrir a nadie, pero te sientes malvada, desagradecida. Preguntas, demasiadas preguntas para ocultar la única verdad que ya conoce. Pero otra cosa es admitirla. Admitirla significa doblar en la próxima esquina y coger otro camino. Luego se busca. Se mira en el espejo. Pero no se encuentra. Es otra. Porque cuando alguien a quien quieres se va, intentas detenerlo con las manos, y esperas atrapar así también su corazón. Pero no es así. El corazón tiene piernas que no ves. Olvida todos esos pensamientos. Fatigosos. Inútiles. Difíciles. Que le gustaria que condujesen a alguna parte, pero que al final no llevan a nada. Y se deja amar. Así, con una sonrisa.

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